Los geranios, conocidos por sus flores de colores vivos y su resistencia en entornos de exterior, han sido un elemento querido en jardines y balcones durante generaciones. Sin embargo, ¿cuántos realmente conocen la fascinante historia detrás de estas plantas? Los expertos de Pelargonium for Europe (PfE) explican el origen y la evolución de los geranios, así como su historia que se remonta a siglos atrás.
De Sudáfrica al mundo

En concreto, el origen de los geranios tiene lugar en Sudáfrica, donde se pueden encontrar más de 250 especies silvestres de geranios, cada una con sus propias características distintivas. Sin embargo, su presencia no se limita solo a Sudáfrica; también se pueden hallar geranios silvestres en diversas partes del mundo, incluyendo Australia, Nueva Zelanda, Irán e Irak.
Estas especies silvestres a menudo difieren notablemente de las formas de reproducción actuales que se encuentran en jardines y balcones. Algunas crecen de manera exuberante en forma de arbusto, alcanzando alturas impresionantes de hasta dos metros, mientras que otras prosperan en ambientes desérticos y semidesérticos.
Estas últimas, que pueden llegar a medir hasta un metro de altura, suelen tener tallos gruesos que funcionan como depósitos de agua. Esta diversidad de hábitats y adaptaciones revela la increíble capacidad de los geranios para prosperar en una amplia gama de entornos.
Más de 300 años de historia
En 1652, los holandeses establecieron una base de aprovisionamiento en el Cabo de Buena Esperanza, destinada a abastecer a los barcos que se dirigían a la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. En 1672, durante una expedición, Paul Hermann, un botánico y médico alemán que prestaba servicios en los barcos holandeses, descubrió geranios en las estribaciones de la Montaña de la Mesa.
Impresionado por su resistencia y belleza, Hermann envió numerosas especies de geranios silvestres y otras plantas con flores a la Universidad de Leiden, en los Países Bajos. A pesar de las condiciones adversas del viaje, los geranios sobrevivieron, demostrando así una sorprendente capacidad de resistencia.
Para 1686, ya había diez especies diferentes de geranios en los jardines botánicos de Leiden. Desde entonces, el geranio comenzó a difundirse por otros jardines botánicos en los Países Bajos y, posteriormente, por toda Europa durante el siglo XVIII. La nobleza y los habitantes adinerados de las ciudades adoptaron el cultivo de geranios en sus propios jardines e invernaderos, contribuyendo a su popularidad.


En el siglo XIX, el geranio se consolidó definitivamente como una planta ornamental en toda Europa, dando lugar a la creación de innumerables variedades con un amplio abanico de colores, formas de crecimiento y hojas.
Inicialmente, los geranios adornaban principalmente las áreas urbanas, pero con el tiempo se convirtieron en un elemento característico de los balcones de las masías rurales, después de que los habitantes acaudalados de las ciudades y sus sirvientes llevaran esquejes de estas plantas al campo.
Además, en el sur de Francia y en Argelia, el geranio emergió como un importante motor económico a mediados del siglo XIX, donde se cultivaban en grandes cantidades para abastecer a la floreciente industria del perfume.
En resumen, los geranios no solo son conocidos por su belleza y resistencia en entornos exteriores, sino que también tienen una historia detrás. Originarios de Sudáfrica, estas plantas han conquistado el mundo, desde Australia hasta Irán. Su historia está marcada por la curiosidad, la exploración y el cultivo, ya que ha servido tanto de planta ornamental como de recurso económico en la industria del perfume.